domingo, 15 de agosto de 2010


La obesidad y el sobrepeso. Epidemia mundial Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial. Más de mil millones de personas adultas tienen sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas.
La preocupación por la prevalencia que la obesidad está adquiriendo a nivel mundial se debe a su asociación con las principales enfermedades crónicas de nuestro tiempo, como las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial y ciertos tipos de cáncer. A mayor obesidad, mayores cifras de morbilidad y mortalidad por estas enfermedades.


En el mundo mueren 57 millones de personas al año. Según el Informe sobre la salud en el mundo, 2002 1 el aumento de las enfermedades crónicas es el responsable de las dos terceras partes de estas muertes y del 46% de la morbilidad global. Estos porcentajes van en aumento, por lo que si no invertimos esta tendencia, en el año 2020 las enfermedades no transmisibles serán la causa del 73% de las defunciones y del 60% de la carga mundial de enfermedad.

La obesidad y los adolescentes


De los diez factores de riesgo identificados por la OMS como claves para el desarrollo de las enfermedades crónicas, cinco están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico. Además de la ya mencionada obesidad, se citan el sedentarismo, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y consumo insuficiente de frutas y verduras.

Como puede verse, la alimentación poco saludable y no practicar actividad física con regularidad son las principales causas de las enfermedades crónicas más importantes, y ambas son susceptibles de modificarse. En los adultos, la obesidad está asociada también a otras patologías, como las enfermedades respiratorias y la artrosis. Pero es en los niños y adolescentes donde el problema se hace más grave ya que, de no tomar medidas a tiempo sobre sus hábitos, hay una alta probabilidad de que el niño obeso se convierta en un adulto obeso. En la población más joven las enfermedades asociadas a la obesidad incluyen la hipertensión arterial, hiperinsulinemia, dislipemia, diabetes mellitus tipo 2, agravamiento de enfermedades respiratorias como el asma, así como problemas psicosociales.

Todas las enfermedades descritas anteriormente acortan la vida. La obesidad puede llegar a reducir la esperanza de vida de una persona hasta en diez años. Además, suponen una elevada carga económica para los sistemas de salud. Por ejemplo, en nuestro país se calcula que los costes directos e indirectos asociados a la obesidad suponen un 7% del gasto sanitario total, lo que representa unos 2.500 millones de euros anuales. Por estas razones, puede afirmarse que las consecuencias de la obesidad hacen de esta enfermedad uno de los mayores retos de la salud pública para el siglo XXI.

Factores etiológicos de obesidad
La obesidad es el resultado de influencias genéticas y ambientales.

Existen mutaciones genéticas que afectan a la leptina, hormona producida por el tejido adiposo. Los estudios realizados en ratas deficientes en leptina y obesas demostraron que al administrarles esta hormona bajaban de peso; con esta base se comenzó a medir la leptina en seres humanos y se descubrió que estaba elevada, concluyéndose que los niveles tienen mucho que ver con la cantidad de tejido adiposo.

Los factores ambientales tienen que ver con la disponibilidad de alimentos, tamaño de las porciones de las comidas, composición de la dieta, estilo de vida sedentario y tiempo sentado frente al computador. Se sabe que los niños que ven televisión más de dos horas al día tienen alto riesgo de desarrollar obesidad.

Dentro del desarrollo del comportamiento alimentario, la duración de la lactancia materna es un factor protector, mientras que el exceso de control de los padres en relación a la alimentación también es un factor etiológico de obesidad.

Se han hecho estudios filmando a niños de tres años a los que primero se les servían platos con aportes energéticos acordes a la actividad que realizaban, para después aumentarles al doble la densidad energética, y se encontró que eran capaces de comer sólo la mitad del plato, lo que demuestra que el preescolar puede dejar de comer en respuesta a mecanismos de saciedad, y lo más probable es que el sobrecontrol de los padres (en el sentido de obligarlos a comerse todo, etc.) los lleve a engordar.

Los factores sicosociales tienen que ver con ausencia de comida en familia, poca estimulación cognitiva en el hogar, bajo nivel socioeconómico y obesidad materna.

En la adolescencia existen factores etiológicos de obesidad que son propios de esta etapa de la vida:

Existe una tendencia natural a la resistencia insulínica.
Los valores de insulinemia basal aumentan durante las etapas de Tanner III y IV.
La menarquia precoz aumenta dos veces el riesgo de tener un IMC mayor al p85.
Además, los adolescentes con otras conductas de riesgo, como tabaco e inicio precoz de consumo de alcohol, también tienen riesgo de desarrollar malos hábitos alimentarios y de ejercicio.
Complicaciones de la obesidad
Se sabe que los obesos sufren discriminación desde temprana edad; los niños de 10 años ya prefieren a los amigos delgados, lo que produce una baja autoestima que persiste hasta la edad adulta; tienen problemas de aprendizaje; cuando son más altos que los niños de su edad, parecen grandes e inmaduros a los ojos de sus profesores; suelen desarrollar trastornos de la conducta alimentaria: alrededor del 30% de los adolescentes obesos tienen episodios frecuentes de ingesta compulsiva.

Las complicaciones médicas descritas son:

Hipertensión arterial.
Dislipidemia, con aumento de colesterol LDL y triglicéridos y disminución de HDL.
Intolerancia a la glucosa, hiperinsulinemia, resistencia insulínica; se ha visto un aumento importante de la Diabetes Mellitus tipo 2 en la adolescencia.
Esteatosis hepática y colelitiasis, con transaminasas elevadas, hepatomegalia e hígado graso en la ecografía.
Asma, apnea obstructiva del sueño y síndrome de Pickwick.
Complicaciones ortopédicas (genu varo, desplazamiento de la cabeza femoral).
Seudo tumor cerebral, con síndrome de hipertensión endocraneana asociado a ceguera, que es una indicación de hospitalización y tratamiento agresivo de la obesidad.
Tratamiento de la obesidad en adolescentes
En 1998 aparecieron en Pediatrics las recomendaciones de un grupo de expertos para el tratamiento de la obesidad en niños, en las cuales se estableció que deben bajar de peso:

Los niños de 2 a 7 años con IMC mayor de p95 y con complicaciones.
Los niños mayores de 7 años con IMC entre p85 y p95 con complicaciones y los con IMC mayor de p95, de todos modos.
Las recomendaciones para el tratamiento de la obesidad en adolescentes pueden no ser muy exitosas, pero debe hacerse en diferentes etapas y con un equipo multidisciplinario, siendo muy importantes:

La motivación, porque se deben cambiar los hábitos alimentarios.
Educar al paciente y a la familia.
Detectar conductas alimentarias patológicas y tratarlas, promoviendo una alimentación saludable.
Promover la actividad física.
Enseñar el automonitoreo, con registros alimentarios.
El objetivo es bajar alrededor de 500 gr a 1 kg cada semana, porque ese peso no se va a volver a ganar. Se considera éxito del tratamiento a la disminución del 5 al 10% del peso inicial a los seis meses del tratamiento, lo que corrige muchas de las complicaciones médicas.

Entre las causas de falla del tratamiento están la falta de recomendaciones específicas, la falta de flexibilidad en la dieta (la misma dieta todos los días), insuficiente énfasis en la necesidad de ejercicio físico, falta de estrategias para modificar el comportamiento y la falta de una fase de mantención del peso.

Están en evaluación la cirugía bariátrica y el uso de fármacos como sibutramina y Orlistat, que no han sido aprobados para su uso en la adolescencia.


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