domingo, 27 de junio de 2010

ANOREXIA EN ADOLESCENTES


Para enfermar de anorexia han de reunirse múltiples factores individuales, sociales y familiares, que predisponen y precipitan la enfermedad. Y una vez establecida la enfermedad, ella misma se basta para mantenerse y continuar agravándose. En la anorexia puede aparecer un Trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo o Trastorno por evitación.

Los factores más importantes que predisponen y facilitan la aparición de la enfermedad:


La baja autoestima y la anorexia

Características de personalidad: la baja autoestima, personalidad dependiente, falta de autonomía, gran necesidad de aprobación de los demás, dificultad en las relaciones interpersonales, dificultad en percibir su entorno con objetividad, problemas en la aceptación de las dificultades de la vida, sensación de ineficacia, sensación de fracaso y falta de control, poca tolerancia a la frustración, causándoles mucho malestar acompañado de síntomas de ansiedad o de depresión;

Condiciones familiares y la anorexia
No existe un patrón típico familiar que provoque la enfermedad de anorexia o bulimia sino que por el contrario, se afirma que hay una gran variabilidad entre las familias. En cambio, se ha confirmado que en las familias que ya existe la enfermedad, coincide que hay problemas de relación, de comunicación, de expresión afectiva, o desavenencias; o con problemas de alcoholismo o de depresión; o familias con dificultades en la resolución de conflictos.

La gran presión social sobre la delgadez y la anorexia La gran presión social sobre la delgadez que se ha vivido en los últimos años con los medios de comunicación, la publicidad y la moda, al plantear el canon de belleza y la importancia en nuestra sociedad del culto al cuerpo y la veneración a los cuerpos delgados proponiendo metas de adelgazamiento.

domingo, 20 de junio de 2010

adolescencia y sexualidad

La sexualidad en la niñez y la adolescencia

El sexo de un individuo viene determinado por los cromosomas sexuales, las hormonas sexuales, la anatomía sexual (tanto externa como interna) y las características sexuales secundarias. Los aspectos biológicos que configuran el hecho de nacer hombre o mujer forman un entramado de vital importancia con los factores psicológicos y sociales que empiezan a influir en el momento del nacimiento y que siguen haciéndolo por el resto de nuestra vida.

La identidad del género es la convicción personal y privada que tiene el individuo sobre su pertenencia al sexo masculino o femenino (adquirida alrededor de los tres años de edad).

El rol o papel de género, en cambio, es la expresión de la masculinidad o feminidad de un individuo de acuerdo a las reglas establecidas por la sociocultura.

Teorías que explican la sexualidad:

1-Teoría del Aprendizaje

La teoria del aprendizaje sostiene que la determinación del género está condicionada por lsos modelos personales y las influencias socioambiantales a los que el niños se halla expuesto. En los primeros años de vida los modelos a observar e imitar son ante todo los padres.
El niño aprendea copiar la conducta del progenitor del mismo sexo porque su imitación es recompensada.
Además, es bien sabido que los padres tratan de forma distinta a los niños o
a las niñas desde el momento mismo del nacimiento, en función de la expectativa
diferente con que se les contemplan. Se piensa que esta actitud, conocida como
socialización diferencial, repercute tanto en la identidad como en el
rol de género (Kagan,1976; Petersen,1980).

2-Teoría Cognitivo-Evolutiva

Según este punto de vista, el desarrollo del género corre paralelo al progreso intelectual del niño (Kohlberg,1966). Los niños de muy corta edad tienen una visión exageradamente simplificada del género, equivalente a una estimación no menos estereotipada del mundo en general. Hasta los 4-5 años de edad no comprenden los niños que el género es una constante y sólo entonces están en condiciones de configurar una sólida identidad de género.

3-La interacción biosocial

Muchos estudiosos contemplan el surgimiento de la incipiente identidad de género como una sucesión de influencias recíprocas entre los factores biológicos y los psicosociales. En otras palabras, la programación genética en la fase prenatal, los elementos psicológicos y las reglas sociales influyen a un tiempo en las pautas futuras que el recién nacido desarrolla durante la niñez y la adolescencia. Money y su equipo estiman que los factores que más influyen en la formación del género no son de origen biológico, sino fruto del aprendizaje cultural. (Money, 1974,1980).

Características de la sexualidad en diferentes períodos

*La sexualidad en el lactante y la primera infancia
La ultrasonografía ha facilitado indicios, que por espacio de varios meses antes del nacimiento, el feto masculino tiene erecciones reflejas (Masters, 1980). Muchos recién nacidos varones tienen asimismo erecciones a los pocos minutos del parto, las recién nacidas tienen lubricación vaginal y erección critórica en el transcurso de las primeras 24 horas (Langfeld, 1981), de modo que es evidente que los reflejos sexuales se producen ya desde el momento mismo del nacimiento y, probablemente, en la fase de gestación.

Los niños de muy corta edad responden de forma muy espontánea
con señales de excitación sexual a los múltiples focos de sensaciones físicas,
como por ejemplo erecciones de los varones cuando la mamá los amamanta, los
baña, le cambia los pañales etc. No obstante es importante señalar que esto
no representa un despertar erótico sociosexual. La reacción sexual de los padres
al observar estos reflejos sexuales forma parte del incipiente aprendizaje sexual
del niño.

La sexualidad en la etapa preescolar
A los 2 años, la mayoría de los niños han dado los primeros pasos y balbuceos, y han establecido un perfil de su identidad sexual, masculino o femenino. Hay una incuestionable curiosidad hacia las partes del cuerpo y la mayoría de los pequeños descubren (si aún no lo han hecho) que la estimulación genital produce sensaciones placenteras. Primero el juego con los genitales acaece en solitario, pero más tarde resurge en juegos como "enséñame los tuyos y yo te enseñaré los míos", o bien en los pasatiempos de "papá" y "mamá". Además de frotarse el pene o el clítoris manualmente, hay niños que se estimulan estregándose con una muñeca, una almohada, una manta o cualquier otro objeto. Poco más o menos por esa misma época, los niños también cobran conciencia de cuando los padres desaprueban sus tocamientos; a veces se desconciertan cuando éstos les dicen que se fijen en su cuerpo, pero con exclusión de sus genitales.
Si bien es conveniente que los padres eduquen a sus hijos dentro de las pautas socialmente aceptables, hay algunos que frustran todo conato de jugueteo sexual diciendo "eso no se hace", o "no te toques ahí abajo", o bien sin que medien
palabras, tomando la mano del pequeño y apartándola de los genitales.
El negativo impacto de estas constricciones puede constituir, a la larga, la causa primera de disfunción sexual (Master y Johnson, 1970).

La sexualidad del niño en edad escolar
Por lo general, los niños de 7 años tienen ya un conocimiento cabal de las diferencias anatómicas fundamentales entre ambos sexos y por lo general muestran un notable recato en lo que concierne a la exposición de las partes del cuerpo. No cabe duda que la actitud y las costumbres de los padres en cuanto a exhibirse desnudos por la casa repercuten en la timidez del niño, pero al mismo tiempo lo más seguro es que la natural curiosidad del pequeño salga a relucir en juegos que facilitan la exploración sexual.

Muchos padres desconocen que el juego homosexual entre los niños forma parte, al igual que las aproximaciones heterosexuales, del normal desarrollo de sus hijos. Como norma, estas actividades homosexuales no significan que el niño llegado al estado adulto vaya a mostrar una orientación homosexual.

La sexualidad en la adolescencia
El período de la adolescencia, es una época de rápidos cambios y difíciles empresas. El desarrollo físico es sólo una parte de este proceso, porque los adolescentes afrontan una gama de requerimientos psicosociales: independencia de los padres, consolidación de las cualidades necesarias para relacionarse con los compañeros de la misma edad, incorporación de una serie de principios éticos aplicables a la realidad práctica, fomento de las capacidades intelectuales y adquisición de una responsabilidad social e individual básica, por nombrar algunos.

A la vez que el adolescente se encara con tan compleja sucesión de eventos concernientes a su evolución como ser humano, debe dirimir su sexualidad aprendiendo el modo de adaptarse a los cambiantes sentimientos sexuales, escogiendo cómo participar en las diversas clases de actividad sexual y descubriendo la manera de identificar el amor. Un aspecto frecuente de la sexualidad en el adolescente lo representan los sueños y las fantasías sexuales, muchas veces como elemento auxiliar de la masturbación. Las decisiones que toma el adolescente en la esfera sexual (llevados muchas veces por un impulso hormonal y por la experiencia del ensayo y error), son un reflejo de la disposición psicológica del sujeto, de sus valores personales, razonamiento moral, temor a las consecuencias negativas y participación en aventuras o amores románticos.


En su ansia por liberarse de la supervisión de los padres y de los adultos, algunos adolescentes ven en el sexo un medio de escape y de probar su paso a la adultez, con resultados no siempre positivos.

Muchos padres desearían informar debidamente a sus hijos sobre el desarrollo sexual, pero no saben como hacerlo, sus propios prejuicios le impiden explicar a sus hijos los fenómenos de la fecundación, del nacimiento y del desarrollo humano. Algunos piensan que existe una determinada edad para darles este tipo de información (en la adolescencia), y no toman en cuenta que la sexualidad forma parte del desarrollo evolutivo de cada individuo.


Las manifestaciones de la sexualidad y los signos de madurez sexual, menstruación, cambios de carácter, acercamiento a los jóvenes del sexo opuesto, masturbación, producen en los padres una gran angustia, pues no saben como manejarlos.

De la conducta que los padres adopten en el desarrollo sexual de las primeras etapas de la infancia, va a depender la confianza que sus hijos depositen en ellos y en su propia sexualidad. El niño quiere saber y exige la verdad a sus preguntas. A los padres les toca en esta etapa propiciar un desarrollo sano y armonioso de la personalidad, no es posible ignorar el sexo en esta formación. La educación sexual es un aspecto más de la educación y debe darse con naturalidad, sin perturbar el clima de confianza y comprensión que debe existir entre padres e hijos.

He aquí algunas Recomendaciones para Padres de cómo contestar a las preguntas sobre sexualidad planteadas por los niños:

  • Es conveniente que esté de acuerdo con su pareja, aunque difiera de ella, para impartir el mismo criterio informativo, pues las discrepancias al respecto, desorientan, especialmente a los niños pequeños.

  • Tenga sus propias ideas claras, pues así transmite lo que usted piensa y siente.

  • No asuma una actitud artificial, de solemnidad, de indiferencia, de misterio o crítica, ni adopte actitudes dramáticas, especialmente cuando se trate de hablar de situaciones de fecundación.

  • Cree un ambiente de confianza y de comprensión que estimule el diálogo objetivo y sincero, en el que el sentimiento del niño sea que la pregunta elaborada fue bien recibida por usted.

  • No posponga la pregunta, contéstela en el momento en que sea formulada, así sea reconociendo que desconoce la respuesta, luego busque información o consulte a su pediatra.

  • Las respuestas y palabras que Ud utilice, deberán depender de la pregunta planteada por el niño, y del grado de desarrollo evolutivo de éste.

  • Sea preciso, aténgase a la pregunta y no trate de ofrecer información que aún no le ha sido pedida. Chequee la pregunta.

  • No mienta ni utilice fábulas o respuestas vagas, como tampoco vulgarismos.

  • Exprese sus propias ideas, sin insistir que el niño las adopte. Pero es necesario tener en cuenta que el captar las actitudes acerca del sexo que existen en su famila y en la escuela.
    Es importante establecer una atmósfera de respeto y no de verguenza por el sexo

  • No converse ante ellos sobre temas que no puedan entender o que se crean sobreentendidos.

  • Vigile sus lecturas, evitaando el ocio prolongado, brindeles oportunidades de distriburi el tiempo, entre juegos, deberes y actividades utiles.

  • Si tiene dudas de como manejar adecuadamente la sexualidad de su hijo, no dude en consultar con su pediatra.

la adolescencia


La adolescencia es un continuo crecimiento de la existencia de los jóvenes, en donde se realiza la transición entre el infante o niño de edad escolar y el adulto. Esta transición de cuerpo y mente, proviene no solamente de sí mismo, sino que se conjuga con su entorno, el cual es trascendental para que los grandes cambios psicológicos que se produce en el individuo lo hagan llegar a la edad adulta. La adolescencia es un fenómeno biológico, cultural y social, por lo tanto sus límites no se asocian solamente a características físicas.

A diferencia de la pubertad, que comienza a una edad determinada a los doce o trece debido a cambios hormonales, la adolescencia puede variar mucho en edad y en duración en cada individuo pues está relacionada no solamente con la maduración de la psiquis del individuo sino que depende de factores psico-sociales más amplios y complejos, originados principalmente en el seno familiar.

Muchas culturas difieren en cuál es la edad en la que las personas llegan a ser adultas. En diversas regiones, el paso de la adolescencia a la edad adulta va unido a ceremonias y/o fiestas, como por ejemplo en el judaísmo el Benei Mitzvá celebrado a los doce años. Aunque no existe un consenso sobre en que edad termina la adolescencia, algunos psicólogos como Erik Erikson consideran que la adolescencia abarca de entre los doce o trece años hasta los veinte o veintiún años.Según Erickson este período de los 13 a los 21 años es la búsqueda de la identidad y define al individuo para toda su vida adulta, quedando plenamente consolidada la personalidad a partir de los 21 año Ya que el término de la adolescencia depende de la madurez psicológica la edad exacta en que termina no es homogénea y dependerá de cada individuo.

Concepto

La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente, 85% de ellos viven en países pobres o de ingresos medios y alrededor de 1.7 millones de ellos mueren al año. La OMS define la adolescencia como la etapa que va entre los 11 y 19 años, considerándose dos fases, la adolescencia temprana 12 a 14 años y la adolescencia tardía 15 a 19 años. Sin embargo la condición de juventud no es uniforme y varía de acuerdo al grupo social que se considere

Crecimiento

Desde el punto de vista práctico, los cambios normales del crecimiento tienen tres grandes características:

  1. Se realizan en forma secuencial, es decir, aparecen unas características antes de que aparezcan otras, como es el caso del crecimiento de los senos antes de la aparición de la menstruación (o regla), el vello púbico antes que el axilar, los miembros inferiores crecen primero que el tronco, los testículos se incrementan antes que el pene, etc.
  2. El tiempo de comienzo, la magnitud y la velocidad de cada evento es considerablemente variable entre las edades, por lo que algunos maduran antes que otros, para cada sexo.
  3. Cada evento del crecimiento sigue la ley de la variabilidad individual del desarrollo. Cada individuo tiene una propia manera de ser y la conserva a través de los años de la adolescencia y en el que influyen diversos factores, como su raza, constitución genética o familiar, nutrición, funcionamiento endocrino y ambiente socio-cultural. Basado en ello, la evaluación de la maduración sexual suele ser más valiosa desde el punto de vista clínico, que la edad cronológica, que es la correlación que por lo general preocupa a los padres y al mismo adolescente.505+

Estirón de la adolescencia

Crecer es una característica destacada de la pubertad, el brote o estirón de la pubertad es una de las características fundamentales de la adolescencia. Tiene una duración de 3 a 4 años con un promedio de 24 a 36 meses. Está caracterizado por un rápido crecimiento del esqueleto, llamado punto de velocidad máxima (PVM) que se manifiesta por un aumento rápido de la talla o crecimiento lineal de aproximadamente 8 cm en la mujer y unos 10 cm en el varón.[5] Es seguida por una desaceleración o enlentecimiento progresivo del crecimiento lineal hasta que se detiene por la fusión de las epífisis de los huesos largos como consecuencia hormonal.

Actualmente se considera que el incremento en la velocidad de crecimiento es el primer signo de inicio pubertad en las niñas, aunque es más fácil de visualizar dicho cambio en el botón mamario. El crecimiento corporal no es homogéneo, por lo general se aprecia una gradiente distal:proximal, es decir, los pies y las manos crecen antes que lo hacen las piernas y los antebrazos, y éstos lo hacen antes que los muslos y los brazos. La cadera crece antes que los hombros y el tronco, el cual se acompaña de epífisis vertebral transitoria. Todos los órganos participan en el estirón del crecimiento a excepción de la cabeza, el timo, el tejido linfático y la grasa subcutánea. El inicio del estirón es variable en edad, por lo que los padres o el adolescente puede manifestar preocupación por una supuesta precocidad o retardo del crecimiento. Las necesidades nutricionales se hacen más intensas, hay dismetría fisiológica que causa cierta ‘’torpeza’’ motora, aumenta el metabolismo del calcio en el período de crecimiento rápido.


domingo, 6 de junio de 2010


La adolescencia es una etapa de la vida tildada de "edad difícil", "edad crítica", como si los únicos que hubieran pasado por ella fueran otros y no nosotros mismos, como si fuera una etapa sólo vivida por aquellos "adolescentes difíciles" y no por otros que la vivieron normalmente según las características específicas que le dan el torrente hormonal, el crecimiento súbito, la necesidad de independencia, la definición sexual y la acentuación de los caracteres secundarios, la elección o inclinación vocacional, entre las más significativas.

Factores Protectores del Comportamiento Suicida

Entre los factores protectores del suicidio se encuentran los siguientes:

  1. Poseer habilidades sociales que le permitan integrarse a los grupos propios de la adolescencia en la escuela y la comunidad de forma positiva

  2. Poseer confianza en sí mismo, para lo cual debe ser educado destacando sus éxitos, sacando experiencias positivas de los fracasos, no humillarlos ni crearles sentimientos de inseguridad.

  3. Tener habilidades para enfrentar situaciones de acuerdo a sus posibilidades, lo cual les evitará someterse a eventos y contingencias ambientales en las que probablemente fracasará, reservando las energías para abordar aquellas empresas en las que salga triunfador.

  4. Tener capacidad de autocontrol sobre su propio "des-tino", como dijera el poeta chileno Pablo Neruda, cuando expresó: "Tú eres el resultado de ti mismo".

  5. Poseer y desarrollar una buena adaptabilidad, responsabilidad, persistencia, perseverancia, razonable calidad de ánimo y de los niveles de actividad.

  6. Aprender a perseverar cuando la ocasión lo requiera y a renunciar cuando sea necesario.

  7. Tener buena autoestima, autoimagen y suficiencia.

  8. Desarrollar inteligencia y habilidades para resolver problemas.

  9. Saber buscar ayuda en momentos de dificultades, acercándose a la madre, el padre, los abuelos, otros familiares, un buen amigo, los maestros, el médico, el sacerdote o el pastor.

  10. Saber pedir consejos ante decisiones relevantes y saber elegir la persona más adecuada para brindarlos.

  11. Ser receptivo a las experiencias ajenas y sus soluciones, principalmente aquellas que han tenido exitoso desenvolvimiento.

  12. Ser receptivo ante las nuevas evidencias y conocimientos para incorporarlos a su repertorio.

  13. Estar integrado socialmente y tener criterio de pertenencia.

  14. Mantener buenas relaciones interpersonales con compañeros de estudio o trabajo, amigos, maestros y otras figuras significativas.

  15. Tener apoyo de los familiares y sentir que se le ama, se le acepta y apoya.

  16. Lograr una auténtica identidad cultural.

  17. Poseer habilidades para emplear adecuada y sanamente el tiempo libre.

  18. Evitar el consumo de sustancias adictivas (café, alcohol, drogas, tabaco, fármacos, etc.)

  19. Aprender a posponer las gratificaciones inmediatas por aquellas a largo plazo que arrojen resultados duraderos.

  20. Desarrollar una variedad de intereses extrahogareños que le permitan equilibrar las dificultades en el hogar si las tuviera.

  21. Saber expresar a personas confiables aquellos pensamientos dolorosos, desagradables y muy molestos, incluyendo las ideas suicidas u otras, por muy descabelladas que pudieran parecer.

A estos factores habría que añadir la capacidad para hacer utilización de las fuentes que brindan salud mental, como las consultas de consejería, de psicología o psiquiatría, las unidades de intervención en crisis, los servicios médicos de urgencia, los médicos de la familia, agencias de voluntarios en la prevención del suicidio, etc. Se debe educar a los adolescentes en el aprovechamiento de la fuentes de salud mental existentes en la comunidad, cuándo hacer uso de ellas, qué beneficios se pueden obtener, qué servicios o posibilidades terapéuticas se les puede brindar y favorecer con ello que se haga un uso racional de las mismas.

En esta propia vertiente se debe comenzar un sistemático esfuerzo para educar a los adolescentes en la tolerancia hacia los enfermos mentales y la aceptación de la enfermedad mental como un tipo de trastorno similar a otras afecciones crónicas no transmisibles, evitando la estigmatización y las actitudes de rechazo hacia quienes las padecen, lo cual incrementará las probabilidades futuras de aceptarlas en caso de padecerlas y buscar ayuda para recibir tratamiento especializado, disminuyendo las posibilidades de cometer suicidio si se tiene en consideración que padecer una enfermedad mental es un factor de riesgo suicida comprobado, y si no se la trata, peor aún.

Se puede contribuir a modificar las actitudes peyorativas hacia los enfermos mentales evitando utilizar calificativos tales como "anormales", "tarados", "locos", y modificando las interpretaciones del sufrimiento emocional al considerarlo como una "cobardía", "una incapacidad", "una blandenguería" y otras calificaciones que inhiben las posibilidades de buscar apoyo en quienes las padezcan.

El Sobreviviente. Características y Terapia

Si a pesar de todos los esfuerzos realizados ocurre el suicidio de un adolescente, son necesarias determinadas medidas a tener en cuenta para el manejo de la familia y de los compañeros de estudio o amigos de la víctima. Los cuales se consideran sobrevivientes, término que designa aquellas personas muy vinculadas afectivamente a una persona que fallece por suicidio, entre los que se incluyen los familiares, amigos, compañeros e incluso el médico, psiquiatra u otro terapeuta que la asistía. El vocablo "survivor" proviene del inglés y su traducción puede ser el de superviviente, que es el que sobrevive y es también sinónimo de sobreviviente, que significa vivir uno después de la muerte del otro. Aunque esta palabra es muy utilizada en la terminología suicidológica, no sólo son sobrevivientes o supervivientes los que sobreviven a un suicidio, sino que lo son también aquellos que sobreviven después de la muerte de un ser querido por una causa cualquiera, sea natural, por accidente u homicidio.

Son conocidas las reacciones que presentan los seres humanos ante la pérdida de seres queridos, las que reciben el nombre de duelo, y que está constituido por diversas etapas: la negación, rabia, regateo, depresión y aceptación como las etapas del duelo normal. A continuación serán descritas brevemente cada una de ellas.

La negación, como su nombre indica es aquella reacción mediante la cual el sujeto no acepta la realidad tal cual es, la niega, no la reconoce como que ha sucedido y son muy frecuentes las siguientes expresiones: "no puedo creerlo", "no puede ser", "no me digas que ha muerto", "es imposible" y otras similares. En esta etapa el sobreviviente siente que la persona fallecida aún permanece con vida, que lo ocurrido no es cierto.

Frecuentemente se acompaña de una tendencia al aislamiento, se evitan las relaciones interpersonales, prefiriendo el sujeto estar solo, aislado, a tener que dialogar o recibir visitas.

La rabia es la etapa que continúa a la negación y en ella los familiares del fallecido experimentan diversas emociones desagradables como son la ira, el odio, la rabia propiamente dicha, irritabilidad desmedida que puede llegar a la agresividad física o verbal hacia los otros familiares, el personal médico tratante, las enfermeras, al hospital, etc. En esta etapa se pueden establecer querellas en contra de los profesionales que atendieron el caso o contra la institución. También pueden suceder disputas entre los miembros de la propia familia y en no pocas ocasiones esta hostilidad puede ser dirigida hacia el fallecido mediante expresiones como: "por qué se fue y me dejó", "por qué me abandonas" y otras similares, llegando incluso a golpear el cadáver, sacudirlo, blasfemar contra el occiso, etc. Todas estas emociones desagradables son expresión de un profundo desconsuelo, de una pena insoportable y nunca deben ser personalizadas, pues esta rabia es parte integrante de la reacción normal de duelo y responder defensivamente o con hostilidad, además de no ser lo correcto, demostrará un total desconocimiento de este tipo de reacción y sólo conseguirá incrementarla. Permitirla, aceptarla, comprenderla es el mejor tratamiento para esta etapa.

El regateo es la etapa que continúa en el duelo normal, la cual es breve y se trata, como su nombre indica, de un arreglo pactado, de manera simbólica, entre el superviviente o sobreviviente y el fallecido. El regateo se expresa mediante determinadas conductas, como puede ser la realización de determinados ritos religiosos para el descanso del fallecido y la paz de los familiares.

La depresión es una de las etapas más dolorosas del duelo, con mayor intensidad durante las dos primeras semanas, en las que las personas sienten una profunda tristeza, llanto, poco o ningún deseo de comunicarse con otras personas ajenas a los familiares más cercanos, trastornos del sueño, anorexia y sentimientos de culpa, los cuales se expresan por constantes cuestionamientos de la conducta seguida con el fallecido: "si lo hubiera ingresado en tal hospital en vez de en ese (la institución en la que falleció)", "si yo me hubiera dado cuenta antes, eso no hubiera ocurrido" y otros reproches similares. No es infrecuente que en esta etapa se piense que realmente no se hizo todo lo que se debía haber hecho.

La aceptación es la próxima y última etapa del duelo normal. Significa admitir responsable y libremente que la vida y la muerte son un par dialéctico inseparable y que el morir es consustancial a la vida. En la aceptación, el familiar incorpora la muerte del ser querido como un episodio necesario, irreversible, universal, definitivo y no un mero accidente. La muerte es entendida como una parte inevitable de la vida. Es por ello, que en esta etapa, el familiar experimenta una sensación interna de paz, de tranquilidad, de haber cumplido con el fallecido en vida, de no tener pendientes. Se recuerda al ser querido fallecido de manera realista, con sus virtudes y defectos, pero con indulgencia.

Estas fases del duelo normal no tienen una evolución similar en todos los tipos de fallecimientos. Se considera que las muertes inesperadas ocasionan mayores dificultades en la elaboración del duelo que aquellas muertes esperadas, anticipadas. El duelo en las muertes inesperadas se asocia con manifestaciones depresivas más intensas y duraderas, de enfermedades pre-existentes o el debut de nuevos padecimientos, así como la asunción de conductas de riesgo para la salud como el consumo excesivo de alcohol, cigarros o psicofármacos. Entre las muertes inesperadas se incluyen las provocadas por accidentes, homicidios, las muertes súbitas por infarto cardíaco o hemorragia cerebral, así como el suicidio, aunque, mediante el método de las autopsias psicológicas se ha probado que una gran cantidad de suicidas mostraron manifestaciones depresivas, habían realizado amenazas y gestos suicidas o habían expresado sus deseos de terminar con sus vida. Por otra parte, muchos de los sobrevivientes reconocieron que ellos sabían el riesgo suicida de esas personas, por lo que no era una muerte súbita, inesperada, sino anunciada por el propio suicida desde mucho tiempo antes del desenlace fatal.

El duelo por un suicida presenta determinadas características que lo diferencia del resto de los duelos. Los sobrevivientes experimentan un conjunto de emociones que no se encuentran con la misma frecuencia en otras causas de muerte y están más expuestos al desarrollo de psicopatologías como los trastornos de ansiedad, el trastorno de estrés post-traumático y episodios depresivos mayores.

Es imposible presentar un cuadro clínico típico del sobreviviente de un suicidio, pero son comunes algunos de ellos como los intensos sentimientos de pérdida acompañados de pena y tristeza, rabia por hacerle responsable, en cierta medida de lo sucedido, sentimientos de distanciamiento, ansiedad, culpabilidad, estigmatización, etc.

También puede manifestarse el horror por el posible arrepentimiento tardío, cuando ya las fuerzas flaquearon lo suficiente para evitar la muerte y no poder evitarla deseándolo en esos últimos instantes. El miedo es una emoción presente en la casi totalidad de los familiares del suicida y está referido a sí mismo, a su posible vulnerabilidad de cometer suicidio o a padecer una enfermedad mental que lo conlleve. Este temor se extiende a los más jóvenes, a los que pueden comenzar a sobreprotegerse con la esperanza de evitar que ellos también cometan un acto suicida.

La culpabilidad es otra manifestación que frecuentemente se observa en los familiares del suicida y se explica por la imposibilidad de evitar la muerte del ser querido, por no haber detectado oportunamente las señales que presagiaban lo que ocurriría, por no atender las llamadas de atención del sujeto, las que habitualmente consisten en amenazas, gestos o intentos suicidas previos, así como no haber logrado la confianza del sujeto para que les manifestara sus ideas suicidas. Otras veces la culpabilidad la ocasiona el no haber tomado una medida a tiempo, a pesar de reconocer las manifestaciones de un deterioro de la salud mental que podían terminar en un acto de suicidio. Cuando la culpabilidad es insoportable, el familiar también puede realizar un acto suicida para expiar dicha culpa.

Durante el primer año del duelo el sujeto es más vulnerable a padecer problemas somáticos y emocionales. Entre estos tenemos un conjunto de síntomas físicos como taquicardia, artritis, migraña, alergia, asma y tics. Entre los síntomas psicopatológicos se pueden observar sentimientos de soledad, desesperanza, pobre autoestima y rumiación obsesiva de la búsqueda del por qué.

La búsqueda del por qué, principalmente en los padres y entre ellos en la madre, persiste por varios años.

Otra manifestación del duelo por el suicidio presente en el sobreviviente es la conjunción de emociones encontradas como puede ser la agresividad y el alivio, este último experimentado como alivio personal al fallecer la persona cuyos problemas le afectaban y por el fallecido que ha cesado de soportar sus problemas emocionales. Terminar una vida problemática y difícil se percibe como un alivio para muchos familiares de suicidas.

Estas manifestaciones que acompañan al duelo por un suicida no son privativas de los parientes biológicos muy vinculados afectivamente con el occiso, sino que también se las puede encontrar y de hecho ocurre, en los amigos, compañeros de trabajo o escuela, maestros, otros pacientes en el caso de un suicidio en una institución, médicos, psicoterapeutas, enfermeras, consejeros, psiquiatras, psicólogos y toda persona que estuvo vinculada estrechamente con el suicida.

Hay investigadores que no han encontrado diferencias en la evolución de los duelos independientemente de la causa que haya provocado la muerte, otros por el contrario han encontrado diferencias entre las muertes por suicidio, por accidentes y las muertes naturales en cuanto a las reacciones de duelo en los sobrevivientes.

La muerte por suicidio conlleva mayor estigmatización que el resto, más sentimientos de culpa, menos deseos de discutir sobre la muerte y mayor cuestionamiento sobre lo que se podía haber hecho. Las muertes por accidente conllevan más reacciones de aniversario, mayores comentarios de lo sucedido, mayor incapacidad de entender lo ocurrido entre los amigos y compañeros del accidentado y menos deseos de hablar con los demás.

Por tanto para el mejor manejo del duelo por un suicida hay que conocer todas estas manifestaciones, lo cual facilitará la evolución de sus diversas etapas y evitará el desarrollo de duelos patológicos.

No hay método universal para el tratamiento de esta contingencia, pues será diferente para los hijos del suicida, o su pareja, o sus padres, o sus hermanos.

Si se trata de un suicidio entre varios hermanos, estos pueden experimentar cambios en todos o casi todos los aspectos de sus vidas. Como todos tienen una infancia común con experiencias más o menos similares, una de las tareas que hay que enfrentar es evitar la identificación con el hermano suicida, proporcionando otras opciones para resolver problemas que no sean auto lesivas. En ocasiones los hermanos pueden referir que ven al hermano suicida en el domicilio, o que le escuchan hablar o que les llama. Estas manifestaciones no deben ser consideradas como una pérdida de la salud mental de carácter grave, sino, que en ese contexto, deben ser aceptadas dentro de los límites normales para estos casos, por lo que adoptar la postura de ignorar síntomas y actitudes de este tipo puede ser de gran beneficio.

Siempre deben explorarse las ideas suicidas en los sobrevivientes y en los hermanos de los suicidas niños o adolescentes, más aún, si se presentan en alguno de ellos, se impone la evaluación del riesgo de suicidio y el grado de afectación psicológica y tomar una medida a tiempo para evitar un acto suicida.

Si el suicidio lo ha realizado uno de los padres, los niños tienen una reacción típica consistente en negar lo ocurrido, mostrarse llorones e irritables, con cambios bruscos del estado anímico y dificultades con el sueño, pérdida del apetito e intentos suicidas cuya significación es reunirse con el fallecido, aunque también pueden existir deseos de morir. Presentan alteraciones perceptivas como escuchar voces dentro de la cabeza y ver el fantasma de la madre o el padre fallecido.

También pueden tener pensamientos de haber sido el causante de la muerte o sentir agresividad hacia el progenitor suicida por estar ausente definitivamente. En estos casos, la familia debe decir la verdad de lo sucedido al niño o niña, con un lenguaje claro y sencillo, accesible y comprensible por él o ella y prestar soporte emocional de parte de una figura sustitutiva, como puede ser un hermano mayor, un tío o tía según sea el caso. En ocasiones, sobre todo para los hijos adolescentes, explicar la muerte por suicidio como un síntoma de una enfermedad mental grave puede disminuir el riesgo de la imitación, pues la enfermedad mental es rechazada por la inmensa mayoría de las personas.

SALUD!


concepto de salud: la salud es el completo bienestar fisico, psiquico y social y no solo de ausencia de enfermedad. concepto de noxa: cualquier elemento del ambiente que produzca un desequilibrio tipos de noxa:

Noxas biológicas

Conocidas también como agentes patogenizados, estas noxas actúan como causales de enfermedades, por ejemplo los virus. Los virus son microorganismos formados por un ácido nucléico y una cápsula proteica llamada capsómerus. Causan enfermedades como el sida o la gripe.

Las bacterias pertenecen también al grupo de noxas biológicas. Las bacterias son microorganismos muy simples, algunas son beneficiosas, otras son patógenas, es decir, causan enfermedades (como la tuberculosis).

Otras noxas biológicas son los protozoos. Estos son organismos unicelulares heterótrofos, que pueden actuar como consumidores, saprófitos o parásitos; éstos últimos atacan la salud del hombre y de otros seres vivos. Causan enfermedades tales como el mal de Chagas y el paludismo.

También existen noxas por hongos, que son seres aclorofílicos y heterótrofos, que pueden ser unicelulares o pluricelulares. Pueden reproducirse a través de células llamadas esporas. Causan molestias como la erupción de hongos entre los dedos de los pies.

Otras noxas son las provocadas por vermes o gusanos. Se ubican en distintos órganos, principalmente los digestivos, originados por la ingestión de alimentos mal lavados o mal cocidos.

Noxas físicas

Son los agentes climáticos o mecánicos que pueden alterar la salud. Las noxas físicas pueden ser: golpes, heridas, rayos ultravioletas (estar mucho tiempo expuesto al sol), rayos X, presión atmosférica, cambios bruscos de temperatura y ambientes, etc.

Noxas químicas

Las noxas quimicas provienen de sustancias químicas como el veneno o contaminación que, al ser ingeridas o inhaladas, producen intoxicaciones.

  • Venenos
  • Contaminantes
  • Suc

Enfermedades producidas por las noxas

Enfermedades infectocontagiosas: Son las causadas por las noxas biológicas. Por ejemplo, el causante del sarampión es un mixovirus que penetra en el organismo por la nariz y por la garganta, transmitido por el aire. El periodo de incubasion es de 10 días. A medida que la enfermedad progresa, se intensifica la tos y la fiebre. El primer pico se da el primer día de periodo de estado. El segundo pico se da cuando aparecen las lesiones en la piel. La terminación de esta enfermedad se caracteriza por la desaparición de la fiebre, la terminación del exoctema y la regresión del catarro. Otras enfermedades infectocontagiosas son: la gripe, la meningitis y el cólera.

Enfermedades sociales: Afectan tanto al individuo como a la sociedades en sus conjuntos; por ejemplo, la tuberculosis.

Enfermedades parasitarias: Son las que son transmitidas por parásitos, ya sean externas (como los piojos, agentes causales de la pediculosis) o internos (como la Trichinella spiralis, nemátodo que causa la triquinosis. Se transmiten por contagio directo o a través de uno o varios intermediarios, denominados vectores.

Enfermedades traumáticas: son provocadas por los accidentes; por ejemplo: fracturas, esguinces y contusiones.

Enfermedades mentales: Son alteraciones en el comportamiento de las personas, que las hace incapaces de adaptarse al ambiente en que viven; por ejemplo, la psicosis y la depresión. Sus causas son complejas y variadas.

Enfermedades congénitas y hereditarias: Las enfermedades congénitas se generan durante el desarrollo embrionario (por ejemplo, malformaciones cardiacas); las hereditarias se transmiten de padres a hijos junto con el material genético (por ejemplo, la hemofilia y el daltonismo.

Enfermedades degenerativas y funcionales: Las primeras se deben a alteraciones en el funcionamiento de las células; por ejemplo, el cáncer y la cirrosis hepática; las segundas se deben a alteraciones en el funcionamiento de algunos órganos como, por ejemplo, la diabetes y el bocio.